El personaje - “El Topo”

Tan villamariense como la “Chuchana”

jueves, 24 de octubre de 2019 · 18:26

Escribe: Federico Gazzoli

Fotos: Victoria Araujo

Entre los históricos y pintorescos personajes que tiene la extensa geografía villamariense, uno que casi todos conocen es “El Topo”, o Hildo Serafín Baraona, como seguramente nadie lo reconoce producto de un apodo que todos utilizan para referirse a él y que hasta él mismo utiliza a la hora de presentarse.

Personaje entrañable e inconfundible del centro villamariense, de profesión vendedor ambulante, con su inconfundible canasta de mimbre en la que transporta chizitos, tutucas, puflitos y otros tantos alimentos que despiertan el deseo de grandes y chicos, tanto en la zona céntrica como en los distintos escenarios deportivos de la ciudad, mayormente en una Plaza Ocampo en la que se desenvuelve como pez en el agua o como topo bajo tierra.

“Ahí viene El Topo, papá, comprame algo”, una frase inconfundible que miles de veces se escuchó en la tribuna de cemento del mítico estadio municipal en el que hasta, nada más y nada menos, Diego Armando Maradona desplegó su magia algún día.

Luego de tantos partidos sobre sus espaldas, en los que cada vez que pudo se hizo un “recreíto” en su labor para “pispiar” algo de fútbol, no dudó en decir: “He visto muchos buenos jugadores en la Plaza Ocampo, pero el que más me gustaba era el ‘Bochita’ Mazzini, era fanático de él”, cuando se le consultó qué futbolista lo había deslumbrado más.

Pero no solamente va a trabajar a la Placita, sino que también lo hace en las canchas de Rugby del Jockey y del San Martín, en el predio de la AFUCO y en otros escenarios de la Liga Villamariense. Soy hincha de Alumni y cuando voy a la cancha de Alem me lo hacen saber, pero igual no pasa más nada que eso. Yo agacho la cabeza y me hago el sordo”, dijo entre risas.

Y ante la clásica pregunta de ¿cuánto hace que te dedicas a esto?, El Topo, quien cumplió 65 años el pasado 16 de agosto, relató: “Empecé a los 13 años vendiendo helados, frutas, medias y calzoncillos. Siempre fui vendedor ambulante.

“En el verano también vendo helados. Temprano ando por los barrios y mas tarde me voy para el lado del río, a la costanera de Villa María y al Parque Villa Nueva”, agregó.

Esa respuesta, derivó en la consulta sobre cuáles considera él que son los “secretos” para seguir haciendo el mismo trabajo después de tantos años y ante ello no dudó en afirmar: “Muchos de mis clientes me conocen desde que eran chicos y hoy todavía me siguen comprando. Yo trato bien  a la gente, no soy como otros vendedores, y creo que eso es lo que a la gente le gusta de mí”.

“He ido a otros lados, a La Playosa, a Las Perdices, General Deheza y en todos lados me ha ido bien, porque la gente confía en mí. Todos me abren las puertas de sus casas y nunca les faltó nada”, destacó.

Finalmente, como no podía ser de otra manera, la última parte, pero no por eso menos importante, de su diálogo con La Revista abordó un tema más que especial para él: “La Chuchana”, también conocida por una gran mayoría de la sociedad por ese apodo y no por su nombre y apellido, Mirta Susana Ríos, su esposa, quien el 14 de febrero de este año pasó a la inmortalidad.

Se le llenaron los ojos de lágrimas y se le resquebrajó la voz al referirse a ella: “El 18 de agosto hubiese cumplido 71 años y el 16 de agosto cumplimos 22 años de casados”.

“La extraño mucho a la Chuchana. Tengo la foto de ella en la cabecera de la cama y la veo todos los días antes de dormirme”, agregó sin dejar de lagrimear. No quedó tiempo ni ánimos para mucho más. El tipo ya dijo lo suyo, solamente quedó lugar para un fuerte abrazo y un “gracias, Topo” como tantos le habrán dicho al comprarle alguna vez una golosina, a lo que él siempre contestó, con tímida y respetuosa sonrisa mediante, “gracias a usted”. n

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