Juan Quiñones (74), ferroviario jubilado

“La universidad me salvó la vida”

A este ferroviario, que llevaba dos décadas conduciendo locomotoras, Carlos Menem le “cortó las manos” en 1993, cuando dispuso el desguace de los ferrocarriles. Lo despidieron sin más. El comienzo de un calvario con final feliz

“Quedé afuera del mundo. No podía mantener a mi familia. Me empezaron a aparecer enfermedades en la piel, no podía caminar… Todo psicosomático. Me curó la universidad, me salvó la vida. Me sentí útil de nuevo… Juntarme con los pibes, jugar al ajedrez, escribir artículos y, aunque no ganaba dinero, me estaba enriqueciendo”. Después de manejar trenes, Juan tuvo que aprender a conducir su vida para sacarla de una vía muerta.

Llevaba las formaciones del Ferrocarril Mitre desde Retiro hasta Tigre y las traía de vuelta. Las locomotoras eléctricas eran lo suyo, aunque a las que tienen motor diésel también se les animaba. Pero llegó el día en que bajaron las barreras y desapareció para siempre esa imagen tan suya de las ciudades desgarrándose en suburbios. Los 20 años de trabajo sobre rieles no daban para la jubilación y resulta que las otras empresas en las que trabajó habían desaparecido o jamás le habían realizado los aportes. “Con la indemnización me vine a Villa María en busca de algo de paz, de tranquilidad, y cuando Néstor Kirchner implementó la moratoria fui depositando hasta que en 2011 me pude jubilar. Ese fue un gran alivio desde el punto de vista económico, pero la cuestión de la salud se había empezado a resolver ya en el 2000, cuando con 52 años decidí ir a la Universidad Nacional de Villa María, para hacer la carrera de Desarrollo Local y Regional. Ojo, no la pude terminar por un tema familiar que sucedió en medio, pero ahora la estoy retomando de manera virtual. Lo que sí terminé es el Diplomado en Políticas Públicas en Clave Local”, comenta.

“Resulta que no me acordaba nada de matemáticas y tuve que ir a una maestra particular, porque me bocharon en el examen de ingreso. Pero volví ya preparado y lo aprobé. Fue una de mis mejores decisiones, porque, no me canso de decirlo, la universidad me salvó la vida”. Aprobado y adentro. El que había quedado “afuera del mundo”, se reincorporó.

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