24 DE MARZO - Día Nacional de la Memoria, Verdad y Justicia

Mujeres, memoria y lucha

Por Melina Mosquera Díaz

 

El 24 de Marzo es una fecha que nos invita a (re)pensar la historia de nuestra Argentina, a no olvidar que en aquellos años nuestra Patria se vio sumergida en una sangrienta y oscura noche. Un golpe de Estado conducido por una Junta Militar derroca a un gobierno constitucional e instaura una dictadura cívico-militar que se autodenomina Proceso de Reorganización Nacional, y plantea como línea de acción la restauración del orden y la paz perdidos, producto de situaciones de violencia política agudizada después de la muerte de Juan Domingo Perón.

Esta dictadura cívico-militar llevó adelante un plan sistemático de detención y desaparición de personas a las que identificaron como subversivas y que, según diversos conteos, rondan los 30.000 desaparecidos. Y estos subversivos, añadían, atacaban la célula primordial del cuerpo social, del Estado: la familia, a la que estos militares, padres dedicados y celosos, decían defender, lo que nos hace comprender cómo surgió un discurso paternalista que hacía del cuidado del tejido social cosa de hombres.

Es aquí donde aparece la figura de la mujer, frente al padre que dice proteger contra el mal, surgen las Madres que pugnan por la aparición de sus hijos (con vida). El silencio impuesto por la dictadura y la búsqueda continua de estas mujeres hizo que “comenzaran a emerger sentimientos de solidaridad, contención e igualdad entre las madres” y que se reunieran en Plaza de Mayo para escribir una carta al presidente de facto, Videla, preguntando por el destino de sus hijas, hijos; y así, lentamente, lograron estas mujeres que sus voces se alzaran en el centro mismo de la escena.

Las mujeres que formaron Madres de Plaza de Mayo son aquellas que abandonaron el lugar históricamente asignado en la “división sexual del trabajo”, el del cuidado y la reproducción, y ocuparon la plaza, el espacio público reservado exclusivamente para los varones, el lugar institucional, como menciona Jelin (2007), no con una lógica política, sino con una lógica del afecto: mujeres directamente afectadas, en donde lo que primará será el vínculo familiar.

Aquellas mujeres que comienzan a reconocerse a través del nombre de “Madres de Plaza de Mayo” lograron lo imposible: posicionarse en un lugar de apertura discursiva que las constituyó en un sujeto colectivo que resignifica y subvierte una serie de significados y relaciones sociales establecidas históricamente. En el origen de la conformación de Madres primero y Abuelas después, en torno al reclamo por sus hijos e hijas desaparecidas, no se esperaba que se convirtieran en las organizaciones más reconocidas a nivel mundial en defensa de los derechos humanos.

Con la aparición de los gobiernos de transición en América Latina y la vuelta a la democracia en 1983 en Argentina, sus voces continuaron tan vigentes, como las rondas de los jueves. Año tras año, la lucha de Madres y Abuelas se intensificó, dirá Barrancos, se convirtieron en Mujeres, que van de la casa a la plaza, exigiendo saber qué les sucedió a sus hijos e hijas, recuperando nietos, nietas y pidiendo juicio y castigo para los genocidas.

Luego del advenimiento de la democracia fueron muchos los grupos feministas que comenzaron a aflorar, dirá Dora Barrancos (2017), conformados por las antiguas adscripciones feministas y las renovaciones producidas por las nuevas sensibilidades, y más allá de la heterogeneidad que siempre caracterizó al colectivo feminista compartiendo agenda, retomando reclamos vinculados a los derechos de las mujeres, como trabajo, educación, pero haciendo fuerte hincapié en la violencia doméstica y sexual.

El tema del derecho al aborto atravesó a todas las organizaciones feministas de la época desde los primeros Encuentros Nacionales de Mujeres en Argentina, hasta la conformación en 2003 de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, que inscribió el reclamo en la línea de un derecho humano de la mujer a decidir sobre su cuerpo, a decidir sobre cómo y cuándo maternar.

En 2015, bajo el grito de “Ni Una Menos”, el colectivo feminista se organizó en contra de la violencia machista. Madres y Abuelas de Plaza de Mayo desde su origen gritan en contra de un sistema patriarcal, que desapareció a sus hijes y nietes. Vemos cómo las nuevas generaciones articulan estos reclamos con sus propias experiencias y arrastrando consigo la experiencia de Madres y Abuelas en una síntesis poderosa que ha dado en la conformación de espacios nuevos, como los “pañuelos verdes”.

Hebe: “Primero pedimos ‘aparición con vida’; y ellos no aparecieron. Ahora es el reclamo por la Justicia, en todo sentido. Estamos orgullosas de que las mujeres hayan tomado el pañuelo verde como reclamo y les digo: pibas, lo van a tener que seguir usando. Usenlo, quiéranlo, ámenlo, ténganlo prolijito como hacemos las Madres porque es parte de nuestra vida. No vamos a ninguna parte sin el pañuelo, somos reconocidas por el pañuelo”.

Luego de años de lucha, podemos decir que la Interrupción Voluntaria del Embarazo es una realidad, que las mujeres hemos conquistado un nuevo derecho, y como refiere Hebe, el pañuelo debe seguir presente por que aún quedan pendientes reivindicaciones como lo es el reconocimiento económico de las tareas del cuidado.

Este 24 de Marzo nos encuentra a todas en la vieja estela de la liberación, pero también agregamos ahora el tema de la Justicia feminista que abarca todas y cada una de nuestras luchas y las hace una sola: un sujeto universal pero acotado a su lugar, una mujer total pero acotada a sus elecciones, una mujer política pero que se desenvuelve en sus espacios y logra reivindicaciones, una, finalmente, mujer que moldea el devenir apelando a valores otros, iguales, justos y democráticos.

 

Melina Mosquera Díaz, feminista y peronista, estudiante avanzada de Ciencia Política - UNVM, coordinadora de Derechos Sociales, Género y Diversidad - MVM

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