La Plaza de Mayo, un emblema de nuestra historia

lunes, 29 de mayo de 2023 · 08:30

La plaza Mayor, la de la Trinidad, la de la Victoria, la que reunía a los parroquianos en la época colonial.  La que invitaba a los vecinos y vecinas a encontrarse socialmente y ofrecer sus mercancías. La Plaza de Mayo, testigo fiel de los mayores acontecimientos históricos.

En su espacio tuvo lugar el 17 de octubre de 1945, el bombardeo de la aviación naval contra Perón en 1955, las rondas de las Madres, las manifestaciones populares, los discursos presidenciales, el festejo por la recuperación de la democracia, entre otros acontecimientos.

En este contexto, repasamos capítulos transcendentales de nuestra historia y recordamos tres discursos presidenciales que marcaron momentos importantes de los últimos cincuenta años.

Los tres mensajes tienen puntos en común. La delicada situación heredada, los enemigos que buscan desestabilizar, las injusticias, los engaños, las especulaciones y la necesidad de un pueblo unido en defensa de los intereses de la Patria.

Pasaron cincuenta años y seguimos batallando en terreno minado.

Vale la pena, recordar estos momentos históricos pintados por tres líderes de la democracia, pensar en las consecuencias y tratar de aprender las lecciones del pasado.

 

El último encuentro de Juan Domingo Perón con su pueblo,  12 de junio de 1974

En un escenario muy complicado, con incumplimientos de los empresarios al Pacto Social y una situación de violencia política, trabajadores se movilizaron a la Plaza para respaldar a su presidente. Fue el último encuentro de Perón con su pueblo. El 1 de julio de ese año falleció.

“Compañeros:  retempla mi espíritu estar en presencia de este pueblo que toma en sus manos la responsabilidad de defender la patria. Creo, también, que ha llegado la hora de que pongamos las cosas en claro. Estamos luchando por superar lo que nos han dejado en la República y, en esta lucha, no debe faltar un solo argentino que tenga el corazón bien templado.

Sabemos que tenemos enemigos que han comenzado a mostrar sus uñas. Pero también sabemos que tenemos a nuestro lado al pueblo, y cuando este se decide a la lucha, suele ser invencible”, comenzó diciendo el expresidente que había amenazado con renunciar.

Perón, el 1 de mayo, había echado a “los imberbes de la Plaza” (así llamó a Montoneros) que cantaban durante el acto: “Qué pasa General, que está lleno de gorilas el gobierno popular”.

Precisamente, a esas diferencias apuntó en su último discurso: “Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección; pero nosotros conocemos perfectamente bien nuestros objetivos y marcharemos directamente a ellos, sin dejarnos influir por los que tiran desde la derecha ni por los que tiran desde la izquierda.

El Gobierno del Pueblo es manso y es tolerante, pero nuestros enemigos deben saber que tampoco somos tontos”.

Perón intentó pacificar el país, se abrazó con Balbín a su regreso. No logró su cometido de unidad.

“Mientras nosotros no descansamos para cumplir la misión que tenemos y responder a esa responsabilidad que el pueblo ha puesto sobre nuestros hombros, hay muchos que pretenden manejarnos con el engaño y con la violencia. Nosotros, frente al engaño y frente a la violencia,

impondremos la verdad, que vale mucho más que eso. No queremos que nadie nos tema; queremos, en cambio, que nos comprendan. Cuando el pueblo tiene la persuasión de su destino, no hay nada que temer”, expresó en otro párrafo de su discurso.

“Ni la verdad, ni el engaño, ni la violencia, ni ninguna otra circunstancia, podrá influir sobre este pueblo en un sentido negativo, como tampoco podrá influir sobre nosotros para que cambiemos una dirección que, sabemos, es la dirección de la Patria”. Finalmente, llamó al pueblo organizarse.

“Por eso deseo aprovechar esta oportunidad para pedirle a cada uno de ustedes que se transforme en un vigilante observador de todos estos hechos que quieran provocarse y que actúe de acuerdo con las circunstancias.

Cada uno de nosotros debe ser un realizador, pero ha de ser también un predicador y un agente de vigilancia y control para poder realizar la tarea, y neutralizar lo negativo que tienen los sectores que todavía no han comprendido y que tendrán que comprender”.

Sus últimas palabras quedaron entre sus frases más recordadas. “Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino” (fuente del discurso: archivo del Instituto Gestar).

 

Raúl Alfonsín desde el balcón del Cabildo,  10 de diciembre de 1983

El fervor por la recuperación de la democracia se podía observar en las calles. Raúl Alfonsín, tras dar su discurso en la Asamblea Legislativa, se dirigió a la Plaza de Mayo. Una multitud esperaba su palabra que llegó desde el balcón del Cabildo. Fue un mensaje breve ante la alegría de los presentes que entonaban consignas contra los militares. 

“Compatriotas: Iniciamos todos hoy una etapa nueva de la Argentina. Iniciamos una etapa que sin duda será difícil, porque tenemos, todos, la enorme responsabilidad de asegurar hoy y para los tiempos la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina.

Sabemos que son momentos duros y difíciles, pero no tenemos una sola duda, vamos a arrancar los argentinos, vamos a salir adelante, vamos a hacer el país que nos merecemos. Y lo vamos a poder hacer, no por obra y gracia de gobernantes iluminados, sino por esto que la plaza está cantando, porque el pueblo unido jamás será vencido”.

Fue un momento de consenso, en la plaza se veían banderas de radicales, peronistas, socialistas. Batucadas, bombos, celebración de la democracia.

El presidente radical de la recuperación de la democracia comenzaba a transitar un camino muy espinoso. La esperanza de la mayoría de la sociedad estaba puesta en su figura.

“Vamos a trabajar categórica y decisivamente por la dignidad del hombre, al que sabemos, hay que darle libertad, pero también justicia, porque la defensa de los derechos humanos no se agota en la preservación de la vida, sino además también en el combate que estamos absolutamente decididos a librar contra la miseria y la pobreza en nuestra Nación”, afirmó.

El Preámbulo, que había sido uno de los caballitos de batalla de su campaña, estuvo presente en ese contacto con el pueblo.

“Entre todos vamos a constituir la unión nacional, consolidar la paz interior, afianzar la justicia, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que deseen habitar el suelo argentino”.

La unión nacional, otro deseo todavía no logrado.

(Fuente del discurso: Alfonsín.org)

 

Néstor Kirchner festejando el Día de la Patria en Santiago del Estero, 25 de mayo de 2005

Tras la crisis de 2001, un nuevo liderazgo llegó a la escena. Desconocido para las grandes mayorías, y con el apoyo de Eduardo Duhalde, en su interna con Menem, Néstor Kirchner asumió la Presidencia en 2003.

Rápidamente, tomó medidas que lo posicionaron en el sillón de la Rosada.

En su asunción, nuevamente el pueblo fue protagonista en las calles y en la emblemática Plaza.

Dos años después Néstor Kirchner decidió dejar la emblemática Plaza de Mayo para celebrar la fecha patria en la provincia de Santiago del Estero. Ya su gobierno se había consolidado y aparecían los primeros frutos de su gestión en el intento de salir del Infierno.

“Hace dos años me tocó asumir la conducción de la Patria en un momento muy duro, muy difícil y miraba los ojos de mis hermanos y hermanas, sin importarme a qué partido o qué ideología tenía; miraba a los ojos de ellos y reflejaba el sentimiento de esperanza y sueño conjunto y hoy los puedo seguir mirando con la misma sinceridad, hermanos míos, porque estoy dejando todo lo que tengo con aciertos y errores por esta querida tierra argentina”, señaló en su mensaje junto al gobernador de Santiago del Estero Gerardo Zamora de origen radical.

La transversalidad ya estaba en marcha.

“Viendo cada lugar de la Patria, recorriendo cada rincón y buscando en tomarnos de la mano, para volver a sentir el fervor patriótico de Mayo… quiero decirles a los argentinos que hay una dirigencia dispuesta y madura a estar al frente de la reconstrucción nacional”.

Una dirigencia dispuesta a madurar, toda una definición que duró poco tiempo.

Néstor continuó diciendo: “Este 25 de Mayo debe servirnos a los argentinos para consolidar la humildad, pero no solo de los dirigentes políticos, sino la de los dirigentes de todos los sectores; debe servirnos para darnos cuenta de que nadie es perfecto, que la Patria necesita de cada uno de nosotros y que de la verdad relativa de cada uno de nosotros, saldrá la verdad superadora que nos contenga para terminar muchas veces con el juicio impiadoso y que vuelva a reinar la piedad, el amor, la ilusión, el sueño, el cariño, el abrazo fraternal entre todos los argentinos que es el rumbo que nos va a llevar a construir la sociedad y la nación grande que todos deseamos”.

Otro discurso apelando a superar las diferencias, a encontrarnos para sacar el país adelante, tras una crisis que había generado una decepción con la política hasta el punto del “que se vayan todos”.

Kirchner también lo intentó en su gobierno apelando a encontrarnos “en la pluralidad, en el consenso, en la diversidad de ideas, en el pensar diferente”. (Fuente del discurso: Casarosada.gob.ar).

No se logró. Los males no fueron extirpados, la Patria sigue necesitando de cada uno de nosotros, los egos continúan su baile alrededor de la hoguera de las vanidades y el pueblo no está unido.

La sociedad plural y democrática está deambulando en la bruma, recogiendo pedazos de sus sueños. Necesitamos, urgente, volver a mirarnos como hermanos, encontrar el rumbo que nos lleve a construir la sociedad que anhelamos. La Patria necesita de todos y todas.

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