Un pequeño esfuerzo para contribuir con nuestro planeta

Jardín y huertas: ¿cómo cuidar estos espacios ecológicamente?

Escribe: Florencia Sardo (*) / Ingeniera agrónoma

¿Cuántas veces observamos en una planta un insecto y pensamos que es una plaga y generalmente buscamos productos tóxicos para eliminarlo? Continuamente recurrimos a productos nocivos para colocarlos dentro del hogar y sin darnos cuenta nos están dañando. Entonces, ¿qué podemos hacer?

En la actualidad existen varios productos para combatir plagas, enfermedades y ayudar al crecimiento de nuestras plantas sin utilizar agentes tóxicos, contribuyendo así al cuidado del medio ambiente, la fauna benéfica y nuestra salud. Muchos de ellos son productos que se pueden comprar, ya sea para abonar o para controlar los agentes patógenos e insectos.

Algunos de ellos son elaborados a partir de restos de origen vegetal o sustancias de origen mineral o animal ya que, según la función, poseen propiedades nutritivas para las plantas, repelentes y controladoras de insectos o curativas de enfermedades. Estos son llamados biopreparados como extractos fermentados de plantas, ejemplos: ortiga (Urtica urens, U. dioica), bardana (Arctium lappa), decocción de cola de caballo (Equisetum arvense), infusiones de plantas con metabolitos secundarios, entre otras.

Algunas de las ventajas que proporcionan son: estimular el sistema de defensa de la planta, son biodegradables, no requieren energía a base de combustibles fósiles y son económicos en la etapa de elaboración. Además no dañan la fauna benéfica (enemigos naturales), no generan resistencia en las poblaciones de insectos fitófagos y, como desventajas, no siempre pueden almacenarse para un uso posterior.

Por otro lado, el uso de microorganismos benéficos juega un papel importante para la sustentabilidad de los ecosistemas; es así como se ha incrementado el uso de los bioinsumos o insumos biológicos, al referirse a todo aquel producto o haya sido producido por microorganismos o macroorganismos, extractos o compuestos bioactivos o derivados de ellos y que están destinados a ser aplicados como insumos en la producción agroalimentaria agroindustrial y agroenergética (Resolución 29/2016. Ministerio de Agroindustria de la Nación Argentina), entre ellos: Trichoderma spp, es un hongo “benéfico” que inhibe el desarrollo (antagonista) de aquellos hongos que pueden ser patógenos para nuestros cultivos. Se utiliza en aplicaciones foliares, tratamiento de semillas y suelo. Controla enfermedades como Phytophthora, Rhizoctonia, Sclerotium entre otras.

Por su parte, existen hongos edáficos que generan una asociación simbiótica junto a las raíces de plantas, en las que ambos componentes obtienen beneficios de vivir, esta asociación se la denomina micorrícica. Las micorrizas, es decir, hifas de hongo que han colonizado la raíz (similares a extensiones de las raíces a nivel rizosférico), les confieren a las plantas la capacidad explorar más volumen de suelo e incrementar la disponibilidad y circulación de agua en las plantas, aumento en la absorción de nutrientes y mejoran la estabilidad de los agregados del suelo mediante acción mecánica y secreción de sustancias mucilaginosas. Su uso, desde las semillas, genera cierta inmunidad, un beneficio que prevalece por el resto de la vida de la planta. Asimismo encontramos dentro de los hongos que ejercen un control natural a Beauveria bassiana, uno de los hongos entomopatógenos con gran efectividad en el control de más de 200 especies de insectos y ácaros además de hormigas y termitas.

 

El humus

Los ácidos húmicos, humus de lombriz, gusanos, compost, son otras de las tantas propuestas ecológicas que ayudan y contribuyen en la mejora de la calidad de los suelos donde habitan miles de macroorganismos y millones de microorganismos capaces de alimentar a las plantas y dar vida a lo que creemos que es un medio inerte y de soporte donde crecen las plantas.

Los bioinsumos como los biopreparados tienen muchas aplicaciones: desde mejorar la captación de nutrientes, estimular el crecimiento de plantas y hasta controlar plagas.

Todos estos productos son 100% ecológicos, como se mencionó antes, no dañan la fauna benéfica, mascotas, ni dejan residuos tóxicos en el medio ambiente y su utilización no implica riesgos para la persona que los manipula y para los consumidores, a su vez, mejoran la inocuidad alimentaria, una exigencia cada vez más demandada.

El manejo ecológico en la huerta nos permite tener una alimentación sana y equilibrada. En especial importancia para las verduras de hoja y tomate, que tienen una alta carga de agroquímicos. Los consumidores debemos tomar conciencia de qué estamos consumiendo, en pos de una soberanía y seguridad alimentaria.

 

Repensar los sistemas

La crisis sanitaria y socioambiental pone en evidencia la necesidad de repensar los sistemas agroproductivos hacia sistemas más sostenibles económicamente y aceptables social, cultural y ambientalmente. Plantear agroecosistemas que conduzcan a un desarrollo de base agroecológica, en sinergia y así proteger a la fauna y flora benéfica, recuperando el equilibrio ecológico que por la acción antrópica se ha ido perdiendo. Incrementar la biodiversidad asociada y cultivable con árboles y flores, regenerar el suelo, incorporar asociaciones benéficas en la huerta entre otras prácticas. Todo ello sumado a una serie de acciones que van desde lo individual a lo colectivo (red de comercios justos, canales cortos de comercialización, etcétera) donde contribuye a que el planeta tenga un respiro, ya que la salud humana depende exclusivamente de la salud y conservación de la biósfera, que tanto ha sido y sigue siendo afectada por la negligencia humana.

Con cada esfuerzo grande o chico que hagamos contribuimos a un cambio en el planeta, que nos lo está pidiendo. El cambio depende de vos.

 

(*) Agradecimiento profesional al ingeniero agrónomo Agustín Mariatti

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