El banco en el que Gardel paso la tarde

Por José Rubén Broggi

 

Supo contarme mi suegra que una soleada tarde de sábado del año 1933 llegaba a la Villa, Carlos Gardel, para actuar en el Capitol. Era temprano y decidió tomar un paseo para ver algo de la ciudad. Salió por lo que hoy es la avenida Alem (por entonces se denominaba el Veredón), cuando llegó a la calle Catamarca giró hacia la derecha, hacia calle General Paz y, al llegar a la altura del 1076, donde se encontraba la casa en la que vivía Salomón Deiver (que muchos años después sería intendente de la ciudad), el Zorzal recibió un prolongado abrazo del Turco, su admirador que con su habitual seducción lo invitó a pasar y tomar unos mates.

La casa en la que vivía el futuro jefe comunal era propiedad de las hermanas Borghi, una de las cuales era mi suegra y, a la vez, cuñada política de Deiver. Eso le permitió conocer los detalles que más tarde me confiaría.

 

Me dijo que ambos “personajes” departieron en un banco durante un lago rato. La charla y el mate se hubiesen extendido de no haber sido que se corrió la voz y los curiosos comenzaron a arremolinarse ante el domicilio.

“Gardel saltó una tapia que daba a un baldío lindante, luego saltó un tejido y se dirigió de vuelta al Capitol, pero ahora caminando por la calle General Paz y no por el Veredón”, me narró mi suegra.

La foto que les envío es la de un testigo y “protagonista” de esta anécdota curiosa. No sé si alguna vez se pudiese abrir un museo, pero si así fuera, cabría la posibilidad de donar tal reliquia en nombre de la familia para que permanezca en la historia de la Villa.

 

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