Opinión - Una mirada sobre el comportamiento social en pandemia

¡Guarda con el hilo!

Este profesor comparte con los lectores de El Diario un escrito en el que vuelca los resultados de un análisis realizado con sus alumnos
lunes, 27 de septiembre de 2021 · 08:37

“¿Cuándo piensa que se terminará la pandemia?”, preguntó un niño a miembros de la Organización Mundial de la Salud. Su director, Mike Ryan, respondió haciendo referencia a la importancia de las vacunas, al robustecimiento del sistema de salud, y afirmó: “Yo sé que terminará más rápido si hacemos las cosas correctas (...) Yo sé que terminará más rápido si nosotros nos protegemos a nosotros mismos y protegemos a otros”.

Más allá de las responsabilidades gubernamentales podríamos, por un momento, dirigir la mirada hacia nuestros propios comportamientos y preguntarnos: ¿estamos haciendo las cosas correctas?; ¿nos cuidamos y cuidamos a otros?; ¿nuestros comportamientos responden al desafío que nos toca atravesar?; ¿contribuimos a resolver la situación?

Algunos acontecimientos como la carencia de aislamiento de ciertos viajeros provenientes del exterior evidencian, en palabras de Zygmunt Bauman, existencia de “individuos egocéntricos y autorreferenciales, poco interesados por las repercusiones que sus elecciones puedan tener sobre cualquier cosa que no sean sus propias sensaciones. Tampoco se preocupan demasiado por los efectos que sus elecciones pueden tener a largo plazo”.

Lo anterior es compartido, pero acotado a un sector por lo que no debe ser generalizado. Una aproximación a la situación actual demanda recordar que el primer caso de covid-19 en Argentina se registró el 3 de marzo de 2020, y desde entonces hemos vivenciado comportamientos esperanzadores, pacifistas cargados de generosidad, empatía y colaboración de agentes públicos y privados.

También se verificaron ciertos aspectos negativos tales como los discursos políticos, tanto oficialistas como opositores, que divorciaron palabras de acciones; un papel poco responsable de ciertos comunicadores; la proliferación de mensajes falsos en las redes; y ciertas publicidades con escenografías cuasi festivas como si la pandemia hubiera pasado.

Entretanto, muchas personas atravesaron difíciles circunstancias tales como: la convivencia obligada, las desavenencias familiares, la escolaridad, la economía, el estrés laboral en algunos y la falta de trabajo en otros, el exceso de pantallas, problemas en la salud física y psíquica, duelos, entre otras. Nuestras vidas se desequilibraron y, la sola combinación de algunos de los factores enunciados, agudiza el “agobio” vivenciado.

Mezquindades

Algunos perdimos personas amadas que para otros, atendiendo a sus mezquindades, parecían constituir solo un dato estadístico. Al punto que llegamos a escuchar “que se muera el que tenga que morir”. Quizás debamos recordarles que la vida de una persona no tiene precio. Al decir de Liliana González “una vida vale la historia y el presente de la familia que la perdió. Una vida vale las horas de cuidado, las noches sin dormir, el esfuerzo para lograr la educación de un hijo, los sueños compartidos, los proyectos alcanzados, el porvenir arrebatado”.

“Ceguera moral...”

En estos días, las ciudades parecen retomar su ritmo y, aún hoy, solemos observar comportamientos “poco felices”. Algunas personas no guardan las distancias; otras no usan barbijo en espacios cerrados o lo utilizan mal; están los que asisten a fiestas clandestinas; otros se reúnen fuera de todo protocolo, sin cuidado alguno y hasta llegan a mostrarse en las redes sociales. Pareciera haberse generado en ellos una especie de “ceguera moral” que impide dimensionar las posibles consecuencias de su accionar.

Mientras tanto, el virus sigue su curso y, en caso que llegara a nuestros cuerpos, es probable que surjan preguntas tales como “¿no sé qué me pasó?; “¿no sé cómo pude contagiarme?”.

Obviamente, habrá razones diversas. Nadie está exento del covid-19, pero quizás aquellos que mantengan los cuidados cuenten con la calma de haber realizado lo correcto y, quienes no lo hayan hecho, tal vez proyecten responsabilidades; pero no estarán exentos de las consecuencias.

La comunidad

La comunidad constituye una especie de entramado, tejido o hilo social donde todos estamos conectados, y el comportamiento de uno impacta en la vida de los demás.

Vacunación

Hemos avanzado mucho y la vacunación está dando sus resultados, pero el virus, aunque con menor impacto, continúa afectando la salud de cientos de personas, complicando la vida personal, laboral y familiar. 

Recientemente se han flexibilizado algunas restricciones, pero debemos tener presente que la pandemia no ha concluido; por más cansancio, negación o naturalización que sintamos. A pesar de tanto agobio acumulado, tal vez sea necesario, más allá de las responsabilidades de las autoridades, fomentar el pensamiento crítico en cada uno de nosotros para corregir eventuales descuidos, alentar a otros en la misma dirección, para así retornar a la vida que anhelamos, y salir hacia un futuro mejor, a sabiendas que se trata de un proyecto del que todos somos parte.

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